El periodista catalán Ramon Besa lee el perfil del ganador de la XI edición del Premio Internacional de Periodismo Vázquez Montalbán, en la categoría de periodismo deportivo
A continuación reproducimos la glosa que el periodista catalán Ramon Besa ha realizado de Eduardo Gonçalves de Andrade ‘Tostão’, después de desvelarse, este sábado, el nombre del ganador de la XI edición del Premio Internacional de Periodismo Vázquez Montalbán, en la categoría de periodismo deportivo:
“Tostão escribe como jugaba”, afirma Juca Kfouri, el prestigioso periodista deportivo brasileño, en el prólogo de ‘A perfeição não existe’, libro que recoge las mejores columnas de Tostão en la ‘Folha de São Paulo’. No cabe mayor elogio a la obra de un hombre que pertenece por derecho al Olimpo de los grandes futbolistas. A Eduardo Gonçalvez de Andrade, natural de Belo Horizonte, donde nació en 1947, se le conoce desde niño como ‘Tostão’. Fue su apodo como jugador y es su firma como columnista. Y en los dos frentes impresiona su legado.
Antes de que un desprendimiento de retina le obligara a retirarse a los 27 años, Tostão había desplegado su talento en la época dorada del fútbol brasileño. Su precoz carrera comenzó en el Cruzeiro, club del que todavía es máximo goleador. Con 19 años participó en el Mundial de 1966. Jugó un partido y marcó un gol, pero Brasil fue eliminado en la primera ronda, en medio de críticas feroces y de un debate en el que se cuestionaba la vigencia del tradicional estilo brasileño.
Cuatro años después, Brasil fascinó al mundo en el Mundial de México 1970. Probablemente es el equipo más admirado de todos los tiempos. Pocas veces se ha visto una mezcla tan lograda de ingenio, habilidad, inteligencia, voluntad competitiva, organización y compromiso colectivo. El resultado fue algo más que la victoria en aquel torneo inolvidable. La selección brasileña estableció algo parecido al canon del fútbol. Desde entonces todos los grandes equipos se miden con el recuerdo de Brasil 70.
Tostão era un jugador fundamental en aquel equipo de estrellas, encabezadas por Pelé. Pocos meses después de sufrir la lesión en el ojo que acabaría por retirarle prematuramente del fútbol, Tostão fue un manual con botas en el Mundial 70. De estatura media, nada imponente en su aspecto, conocía al dedillo los secretos del fútbol. Tostão jugaba en la punta, volanteaba con los centrocampistas, aparecía por los lados y resultaba casi indetectable para los defensas centrales. Jugaba a uno o dos toques y era un maestro de las paredes, pero siempre se guardaba el recurso de la habilidad para las situaciones que lo requerían. Nada resultaba más eficaz que asociarse con Tostão, y nadie se benefició tanto como Pelé.
Marcó dos goles en México 70, dio seis pases de gol y protagonizó varios momentos memorables, entre otros el caño a Bobby Moore en la jugada que precedió al gol frente a Inglaterra y el famoso pase filtrado a Clodoaldo en el primer gol a Uruguay. En la final, Tostão proclamó su solidario sentido del juego en la larga persecución del italiano Juliano, acción defensiva que inició la memorable jugada del cuarto gol. Nueve jugadores participaron en una acción donde los brasileños fueron el Ajax antes del Ajax.
Desde su precoz ingreso en el Cruceiro, Tostão se distinguió por aplicar la solución conveniente a los problemas que encontraba, un jugador minimalista, exquisito, en búsqueda constante de la concisión. Aplicó como nadie la vieja máxima de Mies Van der Rohe: menos es más. Abandonó el fútbol en 1973, después de sufrir dos operaciones en el ojo dañado por el pelotazo de Ditao, lateral del Corinthians, en 1969.
Terminó un sueño y comenzó otro. Se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Minas Gerais. Se licenció en 1981. Ejerció la medicina durante más de una década. Fue profesor universitario y cursó estudios de Psicología. En 1994 recibió una oferta para trabajar como columnista de fútbol en el ‘Diario do Tarde’, en Belo Horizonte, donde sus análisis comenzaron a ganar la atención de los lectores y de los principales periódicos brasileños. En 1997 comenzó su colaboración con el ‘Jornao de Brasil’. Dos años después se incorporó a ‘Folha de São Paulo’, el principal diario brasileño.
Juca Kfouri tiene razón: Tostão escribe como jugaba. Sus columnas son escuetas, elegantes, contundentes, sin concesiones demagógicas, con un finísimo sentido del humor, didácticas pero sin rasgos arrogantes, llenas de humanidad y profundas convicciones. Dice que apenas había escrito en su juventud o durante su periodo universitario. En cambio, era un lector voraz. “Escribiendo aprendí a escribir, leyendo a los columnistas de ‘Folha de São Paulo’ y de otros periódicos. Cada uno con su estilo. Aprendí de todos ellos”, suele decir Tostão.
Han pasado 20 años desde el comienzo de su recorrido periodístico. Probablemente es el columnista más prestigioso de Brasil, aunque su hipercrítico carácter le impida reconocerlo. En cada uno de sus escritos aborda con pasión y rigor el universo del fútbol, territorio de incontables vertientes que Tostão descubre con brillantez a los lectores. Su mirada es tan incisiva como panorámica. Crítico feroz de aquellos que han desnaturalizado el fútbol brasileño, ardiente defensor del ingenio, la técnica, la belleza y la solidaridad, Tostão no ha dudado en transmitir su admiración por los jugadores y los equipos que manifiestan esas cualidades. Entre ellos, el Barça. En el Mundial, tras la temprana eliminación de la selección española, calificó de enorme la contribución del Barça al fútbol de este tiempo. El homenaje adquiere un significado especial porque procede de un mítico futbolista y extraordinario escritor.